Presentación “vuelo de abeia”

Camilo Sánchez

“No hay vuelo sin caída”, escribe Carolina Doartero, en este “vuelo de abeia”, su sexto libro de poemas.
Y estamos aquí juntos, para narrar una errancia, para celebrar una deriva.
“La palabra poética es la que da el temblor”, decía hace unos días Carolina, volviendo de la caída, retomando la palabra cuyo sentido exige una única manera de nombrar.
El regocijo de la forma.
Ella se hunde y sobrenada en ese vuelo.
Sabe, a esta altura de su vida y de su obra, que la clave parece ser cómo se llega al poema, la puesta a punto, la arenga silenciosa que no conoce nadie.
La previa, como dicen los jóvenes antes de salir en busca de la noche.
Ahí parece jugarse el poema: en ciertos pasos que hay que dar, en la ritualidad del silencio, en el enigma que baja del desierto.
Y si el poema no fuera otra cosa que la memoria, que la memoria de una palabra que nos falta, como se pregunta un amigo a la vera del camino.
Un poema como un latido que en el corazón del vacío se ve turbado por la belleza.
La belleza es la sed y el agua, el adiós y el abrazo.
El temblor de la tarde que sin nosotros no tiene quien la nombre.
Carolina Doartero, como tantas voces de la ciudad, escucha el poema que se le dicta en sueños.
No se deja llevar por artificios.
Si no hay cuerpo, que el verso se haga a un lado, parece decirnos en cada uno de sus poemas.